La
situación es caótica y cada vez más incierta. Empleos destruidos,
aniquilados y sin posibilidad de regenerarse. Ni aportando ideas.
Simplemente no hay dinero, por lo tanto no hay posibilidad de afrontar
proyectos. Ni ganas.
Me causa estupor oír a nuestro presidente decir cosas como que, las
prestaciones de desempleo bajan a partir del sexto mes, al cincuenta por
cien, a modo de incentivo o estimulo para que el parado busque un
empleo. Como si no fuese suficiente varios millones de personas en el
paro para que aún encima les carguemos con el estigma de la vagancia y
la incompetencia. Los insultos no pueden ser mayores. Vamos a considerar
el comentario desafortunado y absolutamente fuera de lugar.
Cada mañana desayunamos con malas noticias y con listas interminables
de corruptos, prácticamente impunes, o al menos envueltos en una
amnistía del fraude, poco justificable. Resulta que se premian a
directivos de la banca que han llevado a la ruina a muchas familias,
vendiendo productos financieros que, en el mejor de los casos, nos
permitirá recuperar lo invertido en el momento que cumplamos los cinco
mil setecientos años. Y que esto se permita es simplemente una
canallada. La impunidad de los grandes delincuentes fiscales es una
vergüenza.
Seguimos boquiabiertos y estupefactos. No hay explica-ción a tanto
atropello social. España va mal. Eso está claro, pero que siempre
pagamos los mismos, también. Sufrimos aluviones de noticias infectadas
de corrupción y alevosías, y pretenden que seamos los de siempre quienes
demos solución arrimando el hombro. Pero ellos siguen cobrando esos
sueldos inconfesables. La desfachatez de disfrazar una indemnización
millonaria como pagos por pensiones y compromisos de prejubilación a un
directivo de la banca, marea.
Por eso no es de extrañar que la figura de los abuelos, como plan de
sostenimiento económico y familiar, sea cada vez más frecuente. Gracias a
sus aportaciones económicas muchas familias pueden comer todos los
días. Pero no solo en el plano económico nos aportan una gran ayuda,
sino que también en su ejercicio como canguros y educadores. Hoy pagar
una guardería medianamente decente supone un gasto extraordinario para
la economía familiar, por eso se echa mano de ellos. Y ellos, los
pobres, asumen con resignación esta responsabilidad, acabando así
convirtiéndose en el nuevo eje de la economía familiar.
Se acabó el idílico rol del abuelo. Éste consiste ahora en una
portación activa en la aventura de la educación de los hijos, pero lo
peor es que se ha convertido en una obligación para ellos. Por eso el
término stress es cada vez más frecuente en la población de nuestros
mayores. Ellos se sienten responsables del cuidado de nuestros menores,
pero también son conscientes de sus limitaciones, por otro lado propias
de la edad. Esta nueva situación les puede provocar episodios de
impotencia y ansiedad. A veces ven que sus hogares se convierten en
meras guarderías o colegios. Se sienten en muchas ocasiones utilizados y
angustiados ante la responsabilidad impuesta por la situación
económica, y les cuesta horrores afrontarlos. Alguien los ha definido
como el colchón protector de las deficiencias sociales, y considero que
no hay derecho a que sea así. Por tal motivo, el título de este
artículo. La sociedad ha adquirido, por pura necesidad, un nuevo
producto financiero, ese NUEVO PLAN DE PENSIONES: LOS ABUELOS.
Muy buen relato!
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